Cuando se dirige una empresa o un negocio, las pérdidas y ganancias del mismo son algo que hay que tener muy en cuenta. Hay varios factores que intervienen en estas pérdidas y ganancias. Uno de los factores más importantes es un activo. Activo en términos simples es un recurso que se compra principalmente para aumentar el valor de la empresa. Sin embargo, el término es mucho más profundo y para entender la importancia de un activo en un negocio y los diferentes tipos de activos que tienen su propia importancia individual, vamos a repasar este término con un poco más de detalle.
Qué es un activo?
Seguro que ha oído el término activo o ha leído sobre él con bastante frecuencia en un artículo de noticias de negocios; pero ¿qué significa exactamente este término? Un activo es, básicamente, un recurso que tiene un valor económico y que es propiedad o está controlado por un individuo, una empresa o un país con la esperanza de que le reporte algún beneficio futuro a la entidad. Estos activos se registran y muestran en el balance de la empresa y se crean o se compran para aumentar el valor de la empresa o beneficiar sus operaciones.
Se considera que un activo es algo que en el futuro puede generar flujo de caja, reducir los gastos o mejorar las ventas, independientemente de que sea un equipo de producción o una patente. Es un recurso económico para una empresa, individuo o compañía o representa un acceso que no está abierto a otros individuos, compañías o empresas.
Un derecho u otro acceso es legalmente exigible, lo que implica que los recursos económicos pueden ser utilizados a discreción de la empresa y su uso puede ser restringido o impedido por un propietario. Para que exista un activo, la empresa debe poseer un derecho sobre el mismo desde la fecha de los estados financieros. Un recurso económico es importante para una empresa ya que es algo escaso y tiene la capacidad de producir beneficios económicos generando flujos de entrada y reduciendo los de salida.
Para saber si algo es un activo hay que tener en cuenta los siguientes parámetros: debe ser algo de tu propiedad, también puede ser algo que se te deba, debe ser un recurso económico que proporcione un beneficio económico actual, futuro o potencial. Veamos un ejemplo para entender esto un poco mejor. Por ejemplo, si alguien te debe un préstamo de cierta cantidad, ese importe del préstamo también puede considerarse un activo para ti, ya que la persona que te debe el préstamo te lo va a devolver con intereses, lo que te reporta un beneficio económico futuro. Al mismo tiempo, esa cantidad de préstamo se convierte en un pasivo para la persona que te devuelve el dinero. Este ejemplo es también una forma sencilla de entender la diferencia básica entre un activo y un pasivo.
Junto con los activos físicos, hay muchos activos no físicos o intangibles que hay que entender. Estos activos son algo que funciona de forma similar a los activos físicos al proporcionarle un beneficio económico pero que no se puede tocar. Los activos intangibles son una clase importante de activos e incluyen cosas como las patentes o las marcas comerciales que se conocen como propiedad intelectual, las obligaciones contractuales, los derechos de autor y el fondo de comercio. Otros activos intangibles o no físicos que pueden ser bastante beneficiosos y valiosos son el valor de la marca y la reputación. Los activos financieros, como las acciones o los contratos de derivados, también pueden clasificarse como activos intangibles o no físicos.
En lo que respecta a los activos, una confusión habitual es que mucha gente parece pensar que la mano de obra también es un activo, lo cual no es cierto. La mano de obra no puede considerarse un activo, ya que es realizada por seres humanos que reciben un sueldo o salario por su trabajo.
Los activos se clasifican a grandes rasgos en activos a corto plazo (o corrientes), activos fijos, inversiones financieras y activos intangibles.
Tipos de activos
Ahora que sabemos qué son los activos y su importancia para una empresa, vamos a repasar los distintos tipos de activos para entenderlos a nivel individual. Como ya hemos comentado, los activos pueden dividirse en cuatro tipos: activos a corto plazo o corrientes, activos fijos, inversiones financieras y activos intangibles. Vamos a repasar uno por uno para una mejor comprensión.
Activos a corto plazo o corrientes
Los activos a corto plazo o corrientes son recursos económicos a corto plazo que se espera que se conviertan en efectivo en el plazo de un año. Estos activos incluyen el efectivo, los equivalentes de efectivo, las cuentas por cobrar, las existencias y los gastos pagados por adelantado. Los contables tienen que evaluar periódicamente la recuperabilidad de las existencias y las cuentas por cobrar, mientras que el efectivo es bastante fácil de valorar. En caso de que las existencias se vuelvan obsoletas, la empresa dará de baja estos activos o si las cuentas por cobrar son incobrables, se convierten en deterioradas y sin utilidad.
Activos fijos
A diferencia de los activos corrientes, los activos fijos son recursos a largo plazo que incluyen plantas, edificios y equipos. La depreciación o las cargas periódicas se tienen en cuenta a la hora de realizar los ajustes por el envejecimiento de estos activos fijos. Esto puede reflejar o no la pérdida de poder adquisitivo de un activo fijo.
Activos financieros
Los activos financieros representan inversiones en propiedades y acciones de otras instituciones. Estos activos financieros incluyen bonos corporativos, acciones, bonos soberanos, acciones preferentes y otros valores híbridos. Los activos financieros o económicos se valoran teniendo en cuenta el motivo de dicha inversión y cómo se ha clasificado la misma.
5. Activos intangibles o no físicos
Los activos intangibles que también se conocen comúnmente como activos no físicos son los activos que no tienen valor físico. Se trata de recursos económicos en forma de patentes, marcas, derechos de autor, cánones, contratos y fondo de comercio. La contabilidad de estos activos intangibles o no físicos difiere según el tipo de activo. Estos activos suelen amortizarse o someterse a pruebas de deterioro cada año.
Todos los tipos de activos mencionados anteriormente tienen su importancia individual y son utilizados por particulares, empresas y compañías para diferentes fines con el objetivo común de obtener beneficios económicos actuales, futuros o potenciales de ellos.